CONFLICTO EN EL AULA


 Una de las principales preocupaciones de los educadores en las instituciones escolares ha sido, y aún continúa siéndolo, lo relacionado con la indisciplina escolar, los conflictos y los actos de violencia entre iguales. Es decir, entre los propios compañeros, y también las situaciones de tensión entre los alumnos y los profesores. Lejos de remitir, los conflictos en el aula siguen siendo algo habitual en los centros educativos.

En el marco de la educación obligatoria, los conflictos constituyen una de las preocupaciones más importantes de docentes, tutores, orientadores, padres e instituciones educativas. El respeto y el mantenimiento del orden en nuestras aulas resultan actividades a las que se dedica a diario un gran esfuerzo sin que se consigan, en muchos casos, los resultados esperados.


El conflicto forma parte de la vida de las microsociedades que conforman nuestros centros educativos y tienen destellos a veces opuestos que ponen a prueba la capacidad de los docentes. La madurez de los grupos es una pieza que cobra un protagonismo destacado por cuanto propicia distintos tipos y grados de conflictos. Así, no serán los mismos aquellos que se produzcan en niños de 3 años, que los que tengan lugar en aulas del segundo ciclo de Educación Secundaria. La gestión que hará cada individuo de los conflictos dependerá, pues, de su grado de desarrollo y maduración personal. Pero, en cualquier caso, el profesorado y la familia (en contextos distintos) tendrán que contribuir necesariamente a una gestión positiva de los conflictos. 

Entonces podríamos preguntarnos ¿es negativo el conflicto? Indudablemente no, pero depende de muchas variables que son gestionadas por la persona adulta que dirige el espacio en el que se desarrolla. En el contexto educativo, más de nuestro interés, es el profesorado quien debe tener las competencias necesarias para orientar los comportamientos de los alumnos en su gestión de cada conflicto. Como no existe un sistema específico ni una forma general de actuar es necesario llegar a un entrenamiento que permita aportar nuevas experiencias de aprendizaje, poner de manifiesto las distintas opiniones, plantear problemas para generar alternativas, etc.

Una buena forma de  entender el concepto de aula conflictiva es compararla con el «aula pacífica», un concepto que  William J. Kreider, en su texto “La Resolución Creativa de Conflictos” identifica con las siguientes cualidades:

  • Cooperación. En este tipo de aulas los niños aprenden a observar cuidadosamente, comunicarse con precisión y escuchar de manera sensible.
  • Respeto a la diversidad. Los alumnos y alumnas se acostumbran a respetar y apreciar las diferencias de las personas, a entender los prejuicios y cómo funcionan.
  • Expresión emocional positiva. Se enseña a los alumnos a expresar sus sentimientos, sobre todo enojo y frustración, aprendiendo a autocontrolarse.
  • Resolución de conflictos. Los niños aprenden habilidades para responder creativamente ante los conflictos en el contexto de una comunidad que brinda apoyo y afecto.

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